COMPRA CHILENA DE AVIONES NO TRIPULADOS



Gonzalo Fernández Montagne

A partir de la lectura en Caretas de la compra chilena de aviones no tripulados, que no es primera noticia sobre el alarmante armamentismo chileno, como ocurre cada vez que leo una noticia de la sofisticación con que se dedican a ello las fuerzas armadas del país del sur, retornan a mi memoria el doblez de su actitud y la innoble participación que tuvieron en infaustas ocurrencias del pasado, que fueron varias, pero principalmente aquellas por medio de las cuales se convirtieron en país vecino al nuestro, a costa del territorio de Bolivia.

Un pasado que todos quisiéramos dejar en el ayer y enfocarnos en el futuro, en paz y con valores diferentes a los de aquellos que tomaron el camino de Caín. Es decir, enrumbar nuestro destino común con valores cristianos para beneficio de nuestros pueblos y no de unos cuantos; lo que no significa para nosotros que, previsoramente, dejemos de tener siempre presente las circunstancias que esos malos vecinos nos hacen recordar con empecinamiento.

Entre los posibles beneficiados a los que me refiero, se encuentran aquellos sinvergüenzas ávidos del dinero obtenible por la compra o venta de armas y del acceso a recursos valiosos, para sí mismos, a cualquier precio y cada cual con su estilo. Pero lo más ofensivo e insultante de parte de los chilenos es que se permitan hacerlo desde lo que fueron territorios nuestros, mediante la realización de maniobras militares desafiantes, o la asignación de destino de aviones no tripulados de espionaje y ataque por sorpresa, con objetivo asegurado, a través de lo cual dan muestras claras de comportarse como en ese pasado de codicia, rapiña, falsedad y soberbia.

Los peruanos debemos y queremos pensar que nuestro gobierno toma debida nota de este absurdo reto que nos plantean seres desquiciados, desde sus privilegiadas posiciones de poder, con el irresponsable asentimiento de los centros de dominación política y económica mundial, cuyos voceros se manifiestan con un gran cinismo e hipocresía. Instituciones que demuestran así su indiferencia y expresan sus apetitos de lucro desmedido e incontrolado, y su voluntad de seguir ejerciendo el dominio que el poder material adquirido les permite, de acuerdo con sus particulares intereses. Poder que hace tabla rasa de las necesidades e intereses reales de la comunidad internacional de naciones léase, de los pueblos del mundo, y cuya actitud nos puede llevar a la destrucción de nuestro planeta.

Tomar debida nota de esto obliga a prever la defensa de nuestros sagrados intereses y el bienestar de quienes conforman nuestra nación, con todos los medios posibles. No solamente porque es nuestro deber honrar la memoria de los que han ofrendado su vida por el Perú, sino porque es un principio básico de sobrevivencia como nación, y una responsabilidad que tenemos los que hoy disfrutamos de los bienes que proporcionan nuestra tierra y el esfuerzo de nuestros ciudadanos, con miras a un futuro de bienestar que nuestros descendientes merecen y nos reclamarán con justicia.

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