ACTIVIDAD MINERA EN TACNA: MEDIO SIGLO EN EL OJO DE LA TORMENTA



LO BUENO Y MALO. Aporte minero fue clave para presupuesto tacneño pero autoridades no lo supieron invertir. Sin embargo bonanza minera llegó a la ciudad recién durante los últimos 10 años. Pasivos ambientales y polémica por uso hídrico son estigmas de minería.

Southern Perú (SPC) fue la única empresa minera extranjera que sobrevivió a las expropiaciones emprendidas en 1969 por el entonces presidente Juan Velasco Alvarado. Hacía nueve años que se había instalado en Tacna, explotando la que sería una de las más prósperas minas de cobre del país: Toquepala.

La Ciudad Heroica vio una veta laboral en la minera que en un momento dio más de dos mil puestos de empleo. El Estado también sonreía con los tributos que pagaba la próspera empresa que se expandió a Moquegua (Cuajone). Medio siglo después, el ambicioso proyecto cuprífero pasó de ser la orgullosa insignia del desarrollo en el sur, a convertirse en un “enemigo irreconciliable" para las autoridades y para la mayoría de organizaciones civiles tacneñas.

¿Cuál fue el punto de quiebre? Antes del año 2000, los tacneños solo veían la mano de la minería encerrada en Toquepala. No se podía conocer cuánto de los tributos que pagaba Southern se redistribuían a Tacna. Fue así durante 40 años.

Con las reformas tributarias llegó el canon (el 50% del Impuesto a la Renta) y las regalías. SPC aportó más de 3 mil 500 millones de soles en la última década, dinero que los tacneños nunca habían visto antes. La pelota pasó a la cancha de las autoridades, quienes no respondieron a las expectativas.

De hecho, en el último quinquenio, el promedio de gasto departamental no supera el 40%. Se hicieron estadios, pistas y veredas, colegios, centros de salud, pero ninguno logró resolver los problemas de la ciudad. El 2005 Tacna estableció sus prioridades a través del Plan Basadre: un hospital, la carretera a La Paz, proyectos hídricos y la interconexión vial de la sierra eran las prioridades. Actualmente esas propuestas aún están en el papel.

Sin embargo, los tacneños miran más atrás de la última década. “No se puede negar que el aporte económico fue importante, no se gastó bien. Hay que recordar que ese dinero es reciente, detrás de él hay pasivos ambientales y explotación de agua en una región que la necesita para la población y la agricultura”, recordó el presidente de la Asociación de Municipalidades de Tacna, Santiago Curi.

AGUA Y MEDIO AMBIENTE

El Observatorio de Empresas Trasnacionales (Buenos Aires, 2008), determinó que los relaves descargados por 35 años en la Bahía de Ite, empleando 21 kilómetros del cauce del río Locumba, contaminaron la zona al arrojar 119 mil toneladas/día de desechos, lo que dejó de hacerse en 1985.

Hasta antes de 1996, esto era permitido incomprensiblemente por la legislación ambiental de entonces. A partir del año mencionado, Southern modifica sus estándares bajo un Programa de Adecuación al Manejo Ambiental (Pama) que terminó depositando los relaves en el embalse de Quebrada Honda.

Los tacneños quieren demostrar que la zona mantiene una contaminación oculta. El director de Servicios Ambientales de Southern, Rodolfo Vicetti, niega la posibilidad y señala que el material sobre el que descansa el humedal no es contaminante.

En el tema hídrico, el Diagnóstico Ambiental de la Cuenca de Locumba del Proyecto Especial Tacna (PET), concluyó que el balance hídrico de la zona (donde opera Southern) es de -mil 861 l/s, señalando que la extracción de agua superficial y subterránea en pampa Huaytire para la actividad minera está disminuyendo la disponibilidad hídrica de la zona.

El gerente de Recursos Hídricos de Southern, José Nicolás de Piérola, señala que la disponibilidad del líquido elemento depende de situaciones naturales, como lluvias, las cuales recargan los acuíferos.

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