Vargas Llosa afirma que aún no sabe si “sueña o está despierto”

El flamante premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, confesó que aún “está desconcertado y sin saber si sueña o está despierto”, en el tradicional banquete organizado por el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, tras la entrega de los galardones.
Haciendo un parangón con la vida real, el novelista y ensayista peruano se presentó ante los reyes e invitados a la cena de gala diciendo que era “un contador de historias” y que, como tal, antes de proponer el brindis iba a contarles una historia.


Vargas Llosa inició su historia contando sobre un niño que a los 5 años aprendió a leer y que eso le cambió la vida.

“Todavía sigue allí, desconcertado, sin saber si sueña o está despierto, si aquello que vive lo vive de verdad o de mentira, si esto que le pasa es la vida o es la literatura, porque los límites entre ambas parecen haberse eclipsado por completo”, expresó al referirse a sí mismo y al recordar cómo se sintió desde que fue informado de que ganó el Nobel.

“Gracias a los libros de aventuras que leía descubrió una manera de escapar de la pobre casa, del pobre país y de la pobre realidad en que vivía, y de trasladarse a lugares maravillosos, espléndidos, con seres bellísimos y cosas sorprendentes donde cada día, cada noche, significaba una manera más intensa, aventurera y novedosa de gozar.”

El escritor explicó que “gozaba tanto leyendo historias que, un día, este niño, que ya era un joven, se dedicó también a inventarlas y escribirlas. Lo hacía con dificultad pero, al mismo tiempo, con felicidad y gozando cuando escribía tanto como cuando leía”.

“Sin embargo, el personaje de mi historia era muy consciente de que una cosa era el mundo de la realidad y otra, muy distinta, el mundo del sueño y la literatura, y que este último sólo existía cuando él leía y escribía”, expresó durante el banquete real.

Asimismo recordó que un amanecer neoyorquino “el protagonista de mi cuento” recibió una sorpresiva llamada en la que un señor de apellido impronunciable le anunció que había recibido un premio y que “tendría que ir a recibirlo a una ciudad llamada Estocolmo, capital de un país llamado Suecia (o algo así)”.

“Mi personaje comenzó entonces, maravillado, a vivir, en la vida real, una de esas experiencias que, hasta entonces, sólo existían para él en el dominio ideal e irreal de la literatura. Se sintió de pronto como debió sentirse el mendigo cuando fue confundido con el príncipe en la novela de Mark Twain.”

Posteriormente, Vargas Llosa realizó el brindis por Suecia, al que consideró “ese curioso país que parece haber conseguido, para ciertos privilegiados, el milagro de que la vida sea literatura y la literatura, vida”.

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