Tal y como reza la frase de Johann Wolfgang Goethe, “la noche es la mitad de la vida y la mejor mitad”, así es como suelen ser los fines de semana en los bares, discotecas y sendos antros en Londres, donde el Támesis es testigo del desenfreno y el alcohol.La capital donde se encuentran fortificaciones medievales como el Palacio de Westminster, la Abadía de Westminster o la Iglesia de Santa Margarita, también se pueden hallar de manera subrepticia el Jewel Bar, Anchor Bankside , The Harp, Gordons Wine Bar o el Porterhouse Brewing, cavernas de los placeres y la música altisonante.
Pero cuando la noche se va, parece que todo lo fantástico se esfuma como las colillas de los cigarrillos. Londres, pasada las 4 a.m., se vuelve en un canal de desperdicios y en un regadío de jóvenes caminando en el limbo del alcohol. Mujeres ebrias, hombres haciendo el ridículo, policías controlando lo incontrolable, todo se hace añicos en una parte de la ciudad. Y tal como parece, parafraseando a Goethe, la noche es la mitad de la vida… y la mejor mitad se va en las noches de un Londres de luces y sombras.
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