La falta de inversión y planificación a largo plazo en el sistema eléctrico de Perú amenazan con frustrar multimillonarios proyectos mineros, vitales para asegurar el crecimiento económico del segundo productor mundial de plata y cobre.
Perú debería invertir al menos 1.000 millones de dólares por año, tomando en cuenta el actual crecimiento de la demanda eléctrica, para extender su red eléctrica y alimentar el voraz apetito de su industria minera, que tiene en carpeta planes por unos 50.000 millones de dólares para las próximas décadas.
Sin medidas urgentes, los analistas creen que el país podría sufrir en el 2017 la misma suerte que le tocó a Sudáfrica en el 2008 o a Chile tres años más tarde, cuando distintas crisis energéticas afectaron a las mineras y dispararon los precios de los metales.
Las demoras en la ejecución de los proyectos eléctricos y en implementar normas clave, la falta de planes de largo plazo, un sistema de distribución malo y un creciente rechazo social tienen en duda a por lo menos media docena de planes en un sector que genera el 60 por ciento de los ingresos externos del país.
Cinco años puede parecer mucho tiempo, pero no lo es cuando se trata de una represa hidroeléctrica o un gasoducto.
"Somos terriblemente vulnerables" en materia energética, dijo Carlos Gálvez, gerente financiero de Buenaventura, la mayor productora de metales preciosos de Perú.
El reloj corre y la progresiva puesta en marcha de proyectos mineros de alta demanda, sumada al creciente consumo de otras industrias y de los hogares, puede hacer colapsar a una red que trabaja al límite de su capacidad.
Las mineras globales dicen que esa vulnerabilidad es un riesgo tangible en Perú, uno de los rincones menos explorados del mundo en el que se cree que existen enormes yacimientos mineros por descubrir.
La capacidad instalada creció apenas un 1 por ciento el año pasado, mientras que la demanda aumentó cerca de un 10 por ciento. Esto deja al colchón de la red eléctrica extremadamente delgado, con una demanda de 5.000 megavatios que consume rápidamente la potencia efectiva de 6,415 megavatios disponible actualmente.
El ex ministro de Energía y Minas, Carlos Herrera, señaló el peligro de la falta de un programa central, en una economía que creció a tasas chinas en la última década y aspira a seguir expandiéndose con fuerza.
"El sistema no tiene vigía, no existe nadie en todo el sistema energético y en especial eléctrico que realice la función de planeamiento global (...) El desarrollo que el país está planeando tener, y que puede tener, realmente puede ser frenado por falta de electricidad", dijo.
Consciente de los problemas del sector, el Gobierno del presidente Ollanta Humala -quien asumió el 28 de julio- ha pedido acelerar las inversiones eléctricas y lanzó una batería de iniciativas para ponerse al frente de las obras.
Humala, un militar retirado de sesgo nacionalista, prometió apurar las concesiones para la construcción de líneas de transmisión, invertir en un gasoducto para alimentar de energía al sur y fomentar la construcción de plantas hidroeléctricas.
"Hoy en día nuestra demanda está alrededor de los 5.000 megavatios, pero si nosotros como país queremos seguir creciendo a tasas sobre 7 por ciento anuales implica que esa demanda se podría duplicar cada 10 años", afirmó el actual ministro de Energía y Minas, Jorge Merino.
Uno de los principales escollos es la demora en la implementación de una ley que da más voz a las comunidades indígenas frente al desarrollo de proyectos energéticos y mineros, para aplacar los más de 200 conflictos sociales que asolan a Perú.
La ley obliga a los inversores a negociar sus proyectos con los poblados que se puedan ver afectados.
Y el problema es que muchos peruanos rechazan la extracción de los vastos recursos naturales del país y la construcción de proyectos eléctricos por el temor a quedarse sin sus tierras o sin recursos hídricos para sus cultivos y ganado.
"Hemos dado instrucciones precisas aquí a nuestros funcionarios de que tenemos que adelantar y acelerar las conversaciones con las zonas donde tenemos que hacer las consultas", dijo el ministro Merino.
El actual Gobierno ya ha debido lidiar con el rechazo popular al gigantesco proyecto de cobre y oro Minas Conga, controlado por la minera estadounidense Newmont y Buenaventura, que con 4.800 millones de dólares se convertiría en la mayor inversión minera en la historia de Perú.
El conflicto plantea un dilema para Humala, que llegó al poder gracias al apoyo de las comunidades rurales e indígenas del país, y ahora debe buscar un equilibrio para atender los reclamos de las comunidades y fomentar los proyectos mineros y eléctricos.
CASTILLO DE NAIPES
Por años, la nueva capacidad instalada eléctrica se ha concentrado en el centro del país, pues es la única región hasta donde llega el gas del rico yacimiento andino Camisea.
El norte y sur, que paradójicamente albergan la mayoría de los proyectos mineros más prometedores, han estado huérfanos de inversiones eléctricas de largo plazo.
Los bajos precios del gas en la década del 2000 desalentaron la inversión en otras fuentes de generación, como la hidroeléctrica, que tiene un alto potencial en Perú, haciendo que la matriz energética sea cada vez más dependiente de ese hidrocarburo.
"Estamos no solamente generando (electricidad) limitados al gas, estamos centralizados en un solo tubo de gas", dijo Gálvez, de Buenaventura.
En unos pocos años, el 50 por ciento de la generación de electricidad en Perú derivaría del gas natural. Las plantas que lo procesarán fueron o están siendo construidas casi todas en Chilca, una localidad del sur de Lima.
"No se está progresando con un tubo de gas que debiera estar llegando a las costas en el sur y que debiera estar justificando la instalación de plantas de generación en el sur", agregó Gálvez.
El norte y el sur peruano tienen luz principalmente gracias a líneas de transmisión, que demandan inversiones que podrían demorarse aún más por la ley de consulta a comunidades indígenas.
Actualmente hay una decena de planes para construir plantas termoeléctricas y líneas de transmisión para hacer frente a una demanda de electricidad que aumentaría cerca de un 8 por ciento en 2012, según el Comité de Operación Económica Nacional (COES).
Si bien algunas centrales están encaminadas, varias líneas de transmisión están demoradas porque los reguladores no otorgan las concesiones hasta que se reglamenten la consulta a los pobladores, explicó César Butrón, presidente del directorio del COES.
Chile, el mayor productor mundial de cobre, es un ejemplo de lo que podría pasarle a Perú si no acelera y eleva las inversiones en el sector eléctrico.
Varios yacimientos en el centro-sur del país han sufrido apagones en los últimos años por fallas en el sistema eléctrico que opera al límite.
Allí, el presidente ejecutivo de la estatal cuprífera Codelco, Diego Hernández, advirtió que algunos proyectos mineros podrían retrasarse debido a que la entrada de nuevas iniciativas eléctricas tardarían más de lo estimado.
Y los planes de generación hidráulica y termoeléctrica también están en duda por el fuerte rechazo de comunidades y ambientalistas.
¿MAS ALLA DEL 2017?
Perú podría respirar aliviado una vez que operen las centrales termoeléctricas y líneas de transmisión previstas hasta el 2016.
Pero el oxígeno duraría apenas unos cinco años, lo que planteará una gran interrogante a los proyectos mineros que prevén entrar en funcionamiento después de esa fecha, así como al planeamiento de planes futuros en ese sector.
"Se necesitan entre 400 y 500 megavatios nuevos al año y eso está cubierto hasta el 2017, porque hay varios proyectos en marcha que van a cubrir hasta el 2017, más allá de eso no hay nada", enfatizó Butrón.
La situación tiene en alerta a las mineras, cuyos nuevos proyectos ayudarán a contrarrestar el declive en las leyes de los minerales -o el grado de pureza en que se halla el mineral en la roca de un yacimiento- y el agotamiento de las reservas que han hecho mella en la producción de metales peruana.
Para algunas mineras clave, como Buenaventura, el panorama de aquí al 2017 ya es algo sombrío.
"Si usted pone Conga, pone Michiquillay, pone La Granja, eso inmediatamente significa un incremento de 500 megavatios en la demanda en el norte", explicó Gálvez mencionando algunos de los planes del sector.
"Y si pone la ampliación de Cerro Verde, la de Toquepala y pone Las Bambas, Tía María, allí tendría otros 500 megavatios" en el sur peruano, agregó.
Esos proyectos, que serán desarrollados por mineras de talla mundial como Xstrata, Freeport-McMoRan, Newmont y Southern Copper, entre otras, entrarían en funcionamiento entre el 2012 y 2016, según el más reciente cronograma del Ministerio de Energía y Minas.
Las mineras no se han quedado cruzadas de brazos y planean o ya comenzaron a generar parte de la electricidad que consumen sus yacimientos.
La productora de plata y zinc Volcan construyó una pequeña hidroeléctrica de 13 megavatios y tiene planes de edificar cuatro más para agregar unos 250 megavatios. La firma genera el 15 por ciento de su requerimiento eléctrico y tiene tres contratos con Electroperú que vencen en diciembre del 2017.
"En caso de una interrupción o falla de algunas de nuestras fuentes de electricidad o en las líneas de transmisión o en cualquier parte de la red no podemos garantizar que tendremos acceso a otras fuentes de energía a los mismos precios y condiciones", dijo recientemente la minera.
"Esto podría afectar material y adversamente nuestros resultados operativos y tener un efecto adverso en nuestro negocio, condiciones financieras y resultado de operaciones", agregó en un texto enviado al regulador del mercado de valores.
Southern Copper, una de las principales cupríferas del mundo controlada por Grupo México , también genera parte de la energía en sus operaciones en el sur del país.
Y Buenaventura está construyendo una hidroeléctrica en el centro de Perú que abastecerá con 90 megavatios sus operaciones directas.
No obstante, Gálvez aclaró que esta opción no es una solución definitiva. En caso de una emergencia que obligue a racionar la electricidad, la energía de las plantas que construyen las mineras será redirigida al sistema nacional.
El año pasado, un breve racionamiento de energía en el norte de Perú fue paliado en parte con compras por parte del Estado peruano al vecino Ecuador.
Cuando eso ocurre, el costo del megavatio/hora puede dispararse a 300 dólares, desde 50 dólares, explicó el ex ministro Herrera.
El ministro Merino afirmó que el Gobierno pondrá en la lista de prioridades la construcción de hidroeléctricas -Perú tiene una capacidad instalada potencial hidro de unos 60.000 megavatios-, especialmente en el nororiente donde hay un potencial de unos 12.000 megavatios.
El Gobierno anunció, además, que entrará con una participación del 20 por ciento, a través de la estatal Petroperú, en un plan de 4.000 millones de dólares de la brasileña Odebrecht y la estadounidense Conduit para construir un demorado gasoducto hasta el sur peruano.
Y dijo que apurará las concesiones para la construcción de líneas de transmisión y que revivirá los planes para la edificación de hidroeléctricas a través de la también estatal Electroperú.
Aún así, la ecuación eléctrica de Perú es complicada. El arranque en el 2000 del proyecto Camisea -liderado por la argentina Pluspetrol y conformado además por la española Repsol-YPF y la estadounidense Hunt Oil, entre otras- así como el inicio del ducto que llega a la costa central dirigieron las inversiones eléctricas a un solo lugar: Chilca, una zona ubicada unos 65 kilómetros al sur de la ciudad de Lima.
En ese polo energético, la empresa Kallpa está desarrollando una turbina de ciclo combinado de 400 millones de dólares que entraría en operación en el primer semestre de este año y que se sumará a otras tres turbinas de ciclo simple existentes. La capacidad de esas turbinas será de 850 megavatios.
Entre otros planes, Enersur -del grupo francés GDF Suez- construye una turbina de ciclo combinado de unos 300 millones de dólares que sería puesta en marcha en el 2013 y que con otras tres turbinas de ciclo simple llevaría la capacidad total a 800 megavatios.
Luego de que una empresa generadora erige una central debe ir a comprar el gas a la selva donde está el campo Camisea y pagarle a un transportista para que lleve el hidrocarburo hasta la costa.
El único proyecto con reservas y capacidad de transporte garantizadas es el de exportación de gas natural licuado inaugurado en el 2010, explicó el ex ministro Herrera.
Para llevar la electricidad al resto del país lo que se ha hecho principalmente es "enmallar" al norte y sur con líneas de transmisión, pero las trabas abundan.
En esas zonas no hay gasoductos tendidos porque las empresas no quieren construirlos hasta no tener garantizada la demanda, y las generadoras esperan que se instale una tubería como condición para edificar una central.
Esto ha ayudado a que las líneas de transporte de energía se sobrecarguen y lleguen al límite de su capacidad, dijo Butrón del COES.
"Ya no hay reserva (...) Un sistema, al igual que un partido de fútbol, necesita una banca de suplentes, entonces si falla la línea no hay nada más en el sur que supla lo que la línea transportaba", precisó Butrón.
Los problemas siguen. Una línea de transmisión que debía llevar electricidad desde la zona andina de Cusco hasta Arequipa, en el sur, no ha recibido la concesión definitiva por la falta de reglamentación de las consultas a los pobladores. Asimismo, la zona por la que debe pasar esta línea fue declarada reserva natural, complicando más su construcción.
IMPULSO O LETARGO
La economía peruana ha sido en la región una de las más resistentes a las turbulencias financieras, en parte debido al fuerte flujo de inversiones hacia un país que crecería de un 5 a un 5,5 por ciento en el 2012.
Los potenciales problemas en el sector eléctrico ya tienen en alerta a los inversores, especialmente a los mineros.
"Queremos una decisión política rápida para que estos proyectos continúen, si no continúan sí podríamos eventualmente tener algunas interrupciones y algunos de otra envergadura como los mineros podrían no entrar en las fechas", dijo Pedro Martínez, presidente de la privada Sociedad de Minería, Energía y Petróleo de Perú.
Martínez detalló que en el sector eléctrico hay unos seis proyectos retrasados, mientras que en el de hidrocarburos hay 18 contratos de exploración y dos de explotación demorados.
Perú corre contrarreloj para reforzar y diversificar una aletargada red eléctrica que deberá alumbrar los planes del sector que más ingresos externos le genera al país. Lograr acuerdos entre Gobierno, inversores y pobladores será clave para que estos proyectos no queden en penumbras.
"Si no se resuelven estas dificultades ambientales, sociales, políticas y regulatorias (...) en el 2017 y 2018 vamos a estar nuevamente con los mismos problemas", dijo Butrón, del COES.